Placas Tectónicas
Una placa tectónica o placa litosférica es un fragmento de litosfera que se
mueve como un bloque relativamente rígido sobre la astenosfera
(manto superior) de la Tierra. La palabra
tectónica deriva del griego antiguo τέκτων, τέκτωνος: nominativo y
genitivo de singular de constructor, carpintero, y del sufijo
ικα: relativo
a.
La tectónica de placas es la
teoría que explica la estructura y dinámica de la superficie terrestre.
Establece que la litosfera (la zona dinámica superior más externa y rígida de la
Tierra) está fragmentada en una serie de placas que se desplazan sobre la astenosfera.
Esta
teoría también describe el movimiento de las placas, sus direcciones e
interacciones. La litosfera terrestre está dividida en grandes placas y en otras
menores o micro placas. En los bordes de las placas se concentra actividad
sísmica, volcánica y tectónica. Esto da lugar a la formación
de grandes cadenas y cuencas.
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Litosfera
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La Tierra es el único planeta del sistema solar con placas tectónicas activas, aunque hay evidencias de
que en tiempos remotos Marte, Venus y alguno de los satélites, como Europa, fueron tectónicamente
activos.
Aunque la teoría de la tectónica de
placas fue formalmente establecida en las décadas de 1960 y 1970, en realidad
es producto de más de dos siglos de observaciones geológicas y geofísicas.
En el siglo XIX se observó que en el
pasado remoto de la Tierra existieron numerosas cuencas sedimentarias, con
espesores estratigráficos de hasta diez veces los observados en el interior de
los continentes, y que –posteriormente– procesos desconocidos las
deformaron y originaron cordilleras: sucesiones montañosas de enormes dimensiones que
pueden incluir sierras paralelas.
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Corteza Terrestre
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A estas cuencas se les denominó geosinclinales, y al proceso de
deformación, orogénesis. Otro descubrimiento del siglo XIX fue
una cadena montañosa o dorsal en medio del océano Atlántico, que observaciones posteriores mostraron que se
extendía formando una red continua por todos los océanos. Un avance
significativo en el problema de la formación de los geosinclinales y sus
orogenias ocurrió entre 1908 y 1912, cuando Alfred
Wegener, al mirar las líneas de costa a ambos
lados del Océano Atlántico y tras considerar cierta información geológica
(rocas del mismo tipo y edad coincidían con otras situadas hoy en día a larga
distancia), paleontológica (encontró fósiles de los mismos animales
terrestres en continentes separados) y paleo climática (supuso que al norte
se hallaban bosques tropicales y al sur glaciares), hipotetizó que las
masas continentales estaban en movimiento y que se habían fragmentado de un
supercontinente que denominó Pangea. Tales movimientos habrían deformado los sedimentos
geosinclinales acumulados en sus bordes y originado nuevas cadenas
montañosas. Wegener creía que los continentes se deslizaban sobre la
superficie de la corteza
terrestre bajo los océanos como un bloque de madera sobre una mesa, y que esto se
debía a las fuerzas de marea producidas por la deriva de los polos. Sin embargo,
pronto se demostró que estas fuerzas son del orden de una diezmillonésima a
una centésima de millonésima de la fuerza gravitatoria, lo cual hacía imposible plegar y levantar las masas
de las cordilleras.
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